Peritaje Judicial en Prevención de Riesgos Laborales (PRL)

Noelia Garcia Guirao (Murcia)

Perito Judicial en Prevención de Riesgos Laborales (PRL): Seguridad, Higiene Industrial, Ergonomía y Psicosociología Aplicada.

Miembro con Carnet Profesional nº E-1476-25 de la A.P.P.J. (Asociación Empresarial de Peritos Judiciales)

Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales (PRL)

Peritajes, Consultoría y Formación

Contacto: perito.prl.murcia@gmail.com




El Perito Judicial en Prevención de Riesgos Laborales (PRL) es una figura, dentro del marco de la Pericia Judicial, al servicio de la Administración de Justicia. Según se recoge en el artículo 335.1 de la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil, el Perito es un experto en un determinado campo que, ante cuestiones planteadas por el juez o algunas de las partes, emite un dictamen en el que contesta a dichas cuestiones o emite su opinión profesional.



El cometido del perito es ayudar al juez a interpretar ciertos hechos o pruebas que requerirían conocimientos especializados para dicha interpretación y de los cuáles, el perito dispone. Su misión no es juzgar, ni establecer quién es o no culpable de algo. El perito, en su dictamen, solamente debe responder, de manera razonada, estructurada y comprensible, y con el aval de su preparación y experiencia profesional, a aquellas cuestiones que se planteen, de manera que ayuden al juez a dictar un veredicto, ya que éste carece del nivel de conocimientos y experiencia en determinadas y específicas materias, como es el caso de la Prevención de Riesgos Laborales.

viernes, 28 de octubre de 2011

‘Monstruos en el trabajo’, una lucha desgarradora contra el mobbing

Fuente: mallorcadiario.com
Fecha: 27/10/2011

‘Monstruos en el trabajo’ es un ensayo contra el acoso moral, psicológico y laboral, el denominado mobbing, una publicación que nace de la experiencia personal del doctor Joaquín Domínguez Sánchez en el centro de salud de Andratx y que está dedicada a “todos los trabajadores, en especial aquellos afectados por este grave problema de salud pública, auténtica epidemia silenciosa, de nuestro siglo y una forma más de violencia en nuestra sociedad”.
El autor del libro, el doctor Joaquín Domínguez Sánchez, ha sufrido en carne propia lo que él denomina entre interrogantes “violencia en el trabajo” y fruto de ella es este estremecedor relato.
“Siempre tuve confianza en la justicia a la hora de pronunciarse sobre las 25 acusaciones iniciales, imputaciones posteriores, del todo falsas, provenientes de mi puesto de trabajo y del entorno laboral, a finales de 2006”, cuenta en la introducción, aclarando que “fue una decisión personal exigida interponer recurso contencioso-administrativo, después de remitir escrito -no denuncia- a la Gerencia de Atención Primaria (GAP) del Ib-Salut”.
En este escrito puso de manifiesto “comportamientos hostiles, conductas nada deseables, no éticas, hacia mi persona. La principal petición: solicitar (dado el mayor número de pacientes afiliados de Andratx a mi cuota que el de las Unidades Básicas de Salud del Puerto de Andratx o de s’Arracó) una ampliación del horario de trabajo en el centro de salud de Andratx, hasta entonces insuficiente, para aumentar el tiempo de dedicación y atención a los pacientes y redistribución horaria de las unidades básicas, con el objetivo de disminuir el estrés laboral bien probado y que se solucionasen, en aquel tiempo, las nunca resueltas, duraderas y seculares deficiencias (no ajustadas a la legalidad vigente) en mi consulta de Andratx. Lo hice -el recurso- con tristeza e indignación, estupefacto, después de recibir por escrito las mencionadas inculpaciones, en lugar de respuestas positivas a mi demanda”.
La experiencia del doctor Domínguez Sánchez es demoledora y le llevó a tomar una decisión “nada fácil ni deseada y sí muy meditada, la de participar en un concurso de traslado para obtener una plaza, felizmente, con nombramiento fijo, de Especialista en Medicina de familia en el equipo de Atención Primaria (EAP) del Centro de Salud Trencadors de s’Arenal de Llucmajor”.
“No tuve más remedio. No hubo ninguna alternativa. La causa: el temor al riesgo que no se repitieran las conductas mencionadas, el injusto reajuste de cuota a la baja (disminución del número de tarjetas sanitarias) del que fui objeto (prácticamente todas las de las personas de Andratx adscritas a la mi cuota, que durante más de 30 años habían ejercido su derecho de libre elección de médico, me fueron suprimidas). Inicialmente, durante el período de instrucción previa del expediente, se les sugirió que cambiasen de médico ya que no me permitían realizar mi consulta clínica diaria en el centro de salud de Andratx ni tampoco atender las urgencias. Fui objeto, una vez más, de un flagrante daño moral, de un enorme perjuicio económico añadido a otros que ya había sufrido”, cuenta.
“La solución a la presión laboral tendenciosa (no un conflicto, como se intentó hacer creer) ocasionada por todo un grupo perverso: varios instigadores y testigos mudos (trabajadores, la mayoría, de mi ámbito laboral propio, y, en algún caso, extra-laboral) después de más de 30 años de dedicación a las personas de Andratx, antes y después de mi solicitud de mejora, con lo que se refería a horario y condiciones de trabajo, no tuvo ningún tipo de respuesta positiva, ni de mi empresa ni de los grupos políticos a los que me vi obligado a recurrir. No fueron resueltas las deficiencias de la consulta de Andratx, aunque así me había sido prometido en una reunión de equipo”, así como tampoco se hizo caso, “por más que insistí”, de la “súplica de desistimiento anticipado, el abandono voluntario o renuncia del proceso civil, la retirada del expediente disciplinario instruido en mi contra, en forma de las acusaciones mencionadas después de mi escrito informativo, reivindicativo, inicial”.
Todo lo contrario, “fueron esgrimidos, como supuestos agravantes, términos despectivos (más bien críticos) que nunca pueden ser considerados injuriosos cuando se trata simplemente de enfatizar la tesis que se mantiene, es decir, se produjeron siempre con ánimo informativo, como mucho con animus criticandi, nunca pero con animus injuriandi.
“Decepción, pena, tristeza, amargura -sentimientos, todos, olvidados hacía tiempo- hacia las personas de quien esperaba mucho: varios de ellos directivos, políticos, colegas de profesión y presuntos amigos. Mi regreso al trabajo, mi reincorporación en Andratx, iba a depender de su actitud, de su ayuda. Siempre supuse, de forma equivocada, que sería positiva. Nunca me falta ilusión, dada la futura construcción del centro de salud (ahora mismo ya terminado). Mi esperanza, por el suelo; con honrosas y respetables excepciones: nunca lo olvidaré. No movieron un solo dedo en mi apoyo, ni atendieron el clamor popular de la mayoría de pacientes y amigos andritxoles (lo avala un escrito con cientos -cerca de mil- firmas de apoyo a mis reivindicaciones) con el objetivo de que las conductas y deficiencias se resolvieran, y pudiera continuar ejerciendo como médico de familia en Andratx, tal como era mi deseo”.
El doctor Domínguez Sánchez asegura que tuvo que defender su honor y dignidad, “en medio de la injusticia y una serie de derechos (de manera especial el derecho al trabajo) conculcados, vulnerados. Recurrí a la justicia ante el cúmulo de mentiras, calumnias e injurias recibidas en forma de acusaciones e imputaciones en lugar de respuestas lógicas y justas a la solicitud de mejora de mis condiciones laborales, no sólo estructurales sino también funcionales y laborales : lo hice ante la actuación aberrante de muchos (que condenaban sin pruebas previas o, lo que es lo mismo, con dudas razonables) que supuso y significó la perversión del sistema de garantías, tal como un retroceso en el tiempo, como si de un pasado inquisitorial se tratara”.
Y al final, tras permanecer apartado de su puesto de trabajo, suspendido de empleo y sueldo y sin posibilidad de trabajar en cualquier otro centro de salud, la Justicia le dio la razón. Fruto de toda esta experiencia es “Monstruos en el trabajo”, un ensayo que deja claro, como afirma Ramón Piña en el prólogo, que “el maltratador es un personaje altivo y soberbio, incapaz de aceptar que subordinado alguno le haga frente o perturbe su supuesta superioridad en el camino hacia su éxito”.

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